jueves, 23 de febrero de 2017

Sobre volver

Uno vuelve sabiendo.
O vuelve creyendo que sabe:
por qué vuelve
por qué se fue
por qué hay una energía que nos mueve cual títere mientras sólo podemos mantener la sonrisa neutra, esperando sin cuestionarnos que alguien más sepa.

jueves, 3 de diciembre de 2015

asi pasa en las novelas
yo te supero yéndome a italia
dejándome el pelo
haciéndome un arito, casi un tatuaje
y vos desde tan lejos
tan 0 noticias
fuera de plano,
como el actor que muere
electrocutado por un romance
que no llego a las taquillas

ni a los talones
de lo que es mi vida

un solo año
no puede traumarme

te olvido te olvido
toma setecientosmilochocientosveinticuatro

lunes, 12 de octubre de 2015

sobre ponerse a leer cosas del 2012

Estaba pasando una bella tarde en la plaza con X, por más que no me gustaran las plazas.  Mi deleite se había visto interrumpido por algunos episodios, como el perro que se acostó a mi lado a rascarse, los chicos con gorrita, el otro chico que vendia pan. Tambien la constaste insistencia de X a querer hacerme su novia, y mi constante respuesta negativa. En un momento de capricho se me había ocurrido querer un helado. Lo manifeste con muchísima exaltación. Al principio X no pareció tentado, pero terminaría siendo él quien me convencería para ir finalmente a comprarlo.
Las razones para no ser su novia eran evidentes, pero solo ante mis ojos. Y esa era otra razón para no ser su novia. Nada en común teníamos X y yo. Nada. Él no me entendía, en realidad ni me escuchaba. Es de esas personas que creen que la vida hay que vivirla.
Mientras estuvimos recostados en el pasto, mejor dicho, mientras él se recostaba sobre mi pierna y yo permanecia sentada reacia a la naturaleza, no paró de armar frases como: “Ya te voy a sacar mansita” o “Ya te vas a acostumbrar”. Me imagino mi cara de horror en esos momentos y me rio. Obviamente, callaba toda respuesta. No podía decir nada porque estaba tan en desacuerdo con lo que decia que en realidad ni siquiera tenia que dar una respuesta, sino que debía levantarme e irme.  Pero me quede. Luego paso lo del perro, que me incomodo más de lo que esperaba y recordé cuando, un año atrás, me imaginaba en la situación de ver a dos perros teniendo relaciones y pensaba que me sentiría incomoda. Ahora la simple presencia de un perro a mi lado me ponía de los pelos. Por mas que le decía a X lo horrible que era para mi el olor del perro y giraba la cabeza para no verlo, él se encargaba de narrarme todo lo que el perro hacia. Me empecé a sentir mal, pero se me paso. Ahora aparecen los chicos con gorrita, que ni se acercaron a nosotros pero me hicieron recordar porque odiaba tanto las plazas: porque hay gente. Él mismo se sorprendió de su actitud ante ellos: agarro nuestras mochilas que estaban un poco lejos y se las acerco al pecho. Creo que sintió que estaba discriminando a los de su propia raza. O quizás nada que ver.
Yo seguía pensando en el helado, pero ya no insistia. Estaba haciendo frio, sentaría mejor un alfajor. Pero ahora X quería helado. Quería el puto helado y me hizo levantar del pasto del cual me había quejado unas 15 veces, porque estaba mojado, porque se movia, porque era verde y las hormigas transitaban a través de él y debajo mio.

A una cuadra había una heladería, yo no quería ir ahí porque siempre estaba llena de gente, pero X dijo que lo comprabamos y volvíamos a la plaza a sentarnos en un banco. Me convenció la palabra banco. Mientras cruzábamos la calle X comenzó a quejarse del dolor de rodilla. Jamas se me ocurrió que en ese momento le iba a empezar a doler. Dijo: “me duele” unas 5 veces y me preocupe. Según él, se le había salido de lugar. Seguimos caminando hasta llegar a la heladería, de la cual salía una cola de unas 7 personas.  Frente a la cola había un cartel que especificaba los tipos de helados que vendían y sus respectivos precios. Lo que ocurrió después fue detestable. X no sabia lo que era un “sundae” y, quizás sintiéndose mal por no saber, grito:
- ¿Qué carajo es un “sundae”?- lo pronunciaba mal- ¿No se dan cuenta que estamos en Argentina?
Me indigne por los gritos, por la ignorancia, por la gente que posiblemente lo estaba escuchando, por la palabra “Argentina”. Me agarraba de la cabeza y con los ojos cerrados le decía que se callara. La sonrisa no se me fue hasta unos minutos después. Le dije que se callara y el no entendía, se reia y seguía gritando. Yo le decía en voz baja que me quería ir. Él quería el helado. Yo no quería el helado y tampoco lo quería a el. Camine unos metros, aun con las manos en la cabeza, y le dije:
- Yo… me tengo que ir… para alla.
Entendio, o quizás no, que algo estaba mal y cruzo la calle conmigo. Nos sentamos a pedido de él en unos bancos. Accedi porque rara vez me niego a sentarme. No volvi a mirarlo hasta que me fui. Nos quedamos sentados en silencio. Mentira, el hablaba de un hombre que estaba durmiendo en uno de los bancos. “Ese esta como quiere” dijo. Yo creo que era un vagabundo. Me dejo estar en silencio unos minutos, quizás porque entendía que no quería hablar, o quizás porque se distrajo pensando en política. Al rato me quiso abrazar. Me corri. Me pidió un beso. Le dije que no y que me iba a mi casa. Me pregunto si estaba enojada con él. Le dije que si. Me dijo “me perdonas?”. Le dije que no y repeti que me iba. Me dijo que bueno, que chau. Se levanto y camino dos pasos, pero en seguida volvió a mi lado. Yo agarre mi mochila y le dije chau. El me dijo chau y comenzó a caminar para el lado contrario. Me dirigía a la parada, a 6 metros del banco, y pensaba que realmente se había ido hasta que vi sus zapatillas caminando al lado mio.
- No quiero que me acompañes-dije
- Dejame acompañarte a la parada- dijo
Llegamos. Le dije que no tenia que quedarse ahí conmigo. No me dijo nada. Le dije que necesitaba que se fuera. Lo mire y me dijo chau. Me subi al micro.





2


-Hola. Uno noventa.
Acerque la sube al aparato y me dispuse a buscar un asiento para estar comoda y poder escuchar mi música mientras pensaba en lo mal que la había pasado. Hice tres pasos y alguien me agarro del brazo muy entusiasmadamente. No tuve mucho tiempo para sorprenderme de que alguien me agarrara del brazo porque me causo mas sorpresa encontrarme a mi primo Z en el micro.
-Hola! – me dijo en medio de un abrazo incomodo entre una persona sentada y otra parada- ¿Qué haces aca?- siempre manteniendo el entusiasmo.
- Hola! – dije con animo de sorpresa, entusiasmo y decepción porque ya no me iba a poder sentar para pensar en lo mal que la había pasado- Nada, vengo de alla.
- De alla donde?
- De alla- no quería decir donde había estado, pero tampoco me salió inventar un paradero, asi que deje el “alla” a su interpretación.
Viajábamos en el micro hablando del curso de astillero que Z estaba haciendo. Yo ni sabia lo que era ser astillero, pero me mostre lo mas interesada que pude. No lo entendía muy bien por el ruido del micro y porque él se obstinaba en hablar para abajo. Recorde que yo también hablo asi.
Si algo debe ser destacado de la charla, yo diría que es la parte en la que Z me dice que en el curso nadie le enseña nada, que no tienen herramientas, que no tienen maquinas. Que ahí no les pagan para que les enseñen. Y mientras decía todo esto me compadeci de él, sentí muchísima pena y no se lo pude decir. Le pregunte con que fin estaba haciendo ese curso. Me dijo que si entraba, no se a donde, se la iba a pasar tomando mate, comiendo y mirando tele. Decia que ahí nadie laburaba. Ah, repitió muchas veces que hacia muchísimo calor en ese lugar. Deberia investigar que es ser astillero.
Z vive mas lejos que yo, por ende no iba a bajarse antes que yo del micro, ipso facto jamás me iba a sentar para pensar en lo mal que la había pasado. Aunque ahora ya ni me importaba eso, solo quería sentarme, mejor dicho, ya no quería estar ahí. Se me ocurrió, mientras el me contaba algo mas sobre este curso, o quizás mientras yo le contaba como me venia en la carrera, que podía bajarme antes e ir a ver a mi amiga M y contarle lo que me había ocurrido con X. Sentía que tenia que descargar ese sentimiento, contarle que había tenido una crisis y lo había dejado ahí. Lo pensé unos segundos y se lo comunique a Z, para que no se entusiasmara pensando que iba a tener con quien charlar por todo el trayecto hasta su casa. Le dije que me iba a bajar pronto y que después tenia taller. Me preguntó donde quedaba el taller, y el taller quedaba para el otro lado. Eran las 6, el taller empezaba a las 7. Se rio y me dijo que no iba a ir ni ahí al taller. Me rei y le dije que si. Llego el momento de bajarme, lo salude a las apuradas y camine hasta la puerta de bajada pensando en que lo había saludado asi nomas.



3


Estaba a 4 cuadras de la casa de M. Camine media y le mande un mensaje preguntándole si estaba en la casa. Al completar una me fije si me había respondido. No, no lo había hecho. Camine media mas y la llame. No me atendió. En la mitad de la otra la llame de nuevo. Salto el contestador. Cruce para la plaza que estaba en frente con el fin de sentarme ahí hasta recibir una respuesta. Me sente en un banco cerca de las hamacas. Por un momento pensé sentarme en una hamaca, pero vi que había gente grande sentada cerca. Al sentarme  vi que tenia una respuesta de M: “Estoy en la facultad, en un seminario.” Me alegre de no haber ido hasta la casa.
Sentada ahí no podía pensar en otra cosa que en un helado. No lo quería realmente, pero sentía que tenia que comerme uno. Lo pensé unos minutos y fui hasta el quiosco que queda frente a la casa de M. No pensé que iban a vender helados, pero me di cuenta que si porque vi un cartel de helados en la puerta.
- Hola- me dijo la vendedora
-Hola. ¿Alfajores?
Compre el alfajor que compraba siempre y volvi a la plaza, ahora a sentarme en otro banco, en uno que estuviera al alcance del sol.
Frente a mi había unos chicos, de aproximadamente 9 años, en lo que parecía ser una practica de football. Estaban trotando. Despues comencé a mirar a aquellos que pasaban por mi costado derecho. Mujeres y hombres pasaban, algunos paseando al perro, otros ejercitadonse, otros solo pasando. Pense mucho sobre las miradas de aquellas personas y extraje de la mochila mi libretita roja. Alli escribi:
“Yo seria mucho mas feliz si pudiera existir tan solo como un ente. La tenencia de un cuerpo me parece insoportable, una carga que trae mas problemas que placeres.
Tranquilamente podría yo pasarme los días observándolo todo. Ojala nadie me viera hacerlo.
Mi presencia en el mundo me parece ridiculísima, y no hay razón para que los demás no lo noten. Asi como ahora, que me sente en este banco, en esta plaza, y todos aquellos que pasan pueden ver a una muchacha sentada en un banco escribiendo en una libretita roja quién sabe que cosas.
Que otro se pregunte, se intrigue por mi comportamiento, me parece la molestia mas grande. He debido tomar mucho coraje para animarme a hacer esto. Y si lo hago es por la simple razón de que si no lo escribo ahora no lo escribiré jamás.”
El texto sigue, pero decido cortarlo ahí por razones personales. Guarde el cuadernito y a los minutos volvi a sacarlo para añadir:
“Un grupo de nenes en practica de football. Unos 5 o 6 trotan mientras hablan. El entrenador les dice:
- Chicas, chicas, dejemos la charla para después.
Sintiendo el odio característico que siento por la humanidad, me levante y camine hacia la parada que estaba en la vereda de enfrente, a unos 10 metros. El micro llego rápido. Es curioso que hoy todos los micros llegaron rápido.


4

-Hola. Vas hasta 48 y 15?- pregunte desde abajo. Me respondió un hombre sentado en el primer asiento de la derecha.
- En 51 y 15. Tenes que esperar al otro si queres en 48.
Me subi y me sente cerca de la puerta de entrada. Deduje que el hombre que me había respondido era una especie de instructor. Al parecer, el conductor era nuevo, ya que no sabia donde tenia que doblar, y el otro hombre le daba todas las indicaciones. Me pareció curioso y me pregunte cuantos días debía pasar el instructor acompañando al conductor hasta que este ultimo aprendiera bien el trayecto. Pronto me distraje pensando en otra cosa. No podía distraerme mucho igual, porque estaba bastante cerca de donde debía bajarme. Me puse los auriculares de todas formas. Tuve que bajarme a los 24 segundos de empezada la canción. No me importaba porque tenia que caminar 6 cuadras para llegar a taller, podía escuchar música mientras caminaba.
Camine sumergida en la canción y en las caras de quienes veía. Los que me miraron a mi me hicieron pensar que siempre atraigo a aquellos que no quiero atraer. Como por ejemplo a X.
A las 4 cuadras me sentía muy bien. Habia logrado una especie de reconciliación con la vida. Me parecía agradable caminar, por mas que me dolia un poco la rodilla. “Quizas es verdad que camino chueca y por eso me duele” pensé. Llegue mas rápido de lo pensado y sin cansarme.
Esta clase de taller no era como las otras ya que habíamos cambiado de lugar físico. Por eso, al llegar, recordé que no me había anotado en ningún lado el numero del departamento de mi proferor, donde se dictaría la clase. Me sente en un edificio que tenia pinta de ser habitado por él. Luego recordé que posiblemente, si no lo había borrado, tenia un mensaje donde se me especificaba la dirección. Lo encontré y no, no era donde estaba sentada, sino 2 metros a la derecha.  Me sente ahí a esperar que venga alguien. A los 5 minutos apareció una de mis compañeras, feliz porque había encontrado unas galletitas que su tio le compraba cuando era chica. Me ofreció, agarre algunas. Me alegre por ella, por haber encontrado casualmente esas galletitas, por haberlas comprado, por recordar esos detalles a pesar de tener 37 años.
Nos quedamos ahí sentadas. Yo apague el cigarrillo que fumaba antes de que ella llegara y ella se prendió uno. Vimos que una de nuestras compañeras caminaba por la cuadra de enfrente tratando de delucidar en que edificio vivía nuestro profesor. Cuando miro para nuestro lado ambas le hicimos gestos exagerados con los brazos. Cruzo apresuradamente y se unió a nuestra conversación sobre si habíamos hecho o no la tarea. De nosotras tres, solo la de 37 años la había hecho.
Pasamos unos minutos mas ahí, hablando sobre no recuerdo qué, hasta que los chicos del taller que antecede al nuestro salieron del edificio. Entramos nosotras y nos subimos al acensor para ascender solo un piso. El detalle de que nos perdimos porque había dos ascensores y nosotras no lo sabíamos, es irrelevante.
Una vez dentro de la casa de nuestro profesor, me dispuse a inspeccionar su hogar. Era muy raro para mi estar conociendo su mundo. Una casa hermosa. Bueno, un departamento hermoso. Nos sentamos alrededor de una mesa de vidrio, divina, y comenzó la clase, no sin antes acordar entre todas que era un lugar bellísimo.
Es un taller de poesía. Yo quiero ser poeta, o quizás ya lo soy.




5

Primero leimos la tarea de mi compañera. Estuvimos bastante tiempo reflexionando al respecto. La tarea era escribir un proyecto, esto se basaba en escribir 2 o 3 poemas unidos por algo. Me gustaron sus poemas y participe de su interpretación como nunca lo había hecho. No soy de hablar mucho. Mentira, si soy de hablar mucho, pero en ciertas circuntancias. En el taller lo estoy haciendo hace relativamente poco. Hace tres clases mas o menos.
Despues mi profesor saco unos 7 libros de su biblioteca y nos dijo que, como ejercicio, debíamos agarrar alguno, a ojo, y elegir tres poemas. Yo elegi el mio porque me llamo la atención el nombre y lo abri en una pagina cualquiera. En otro momento hubiera ido directamente a la pagina 17, pero ya no hacia eso. Lei un poema que no me gusto demasiado. Me fije la pagina, era la 17. Busque otros 2 poemas. Estaban en las paginas 27 y 37 respectivamente. Tambien los elegi al azar. Comente, como anécdota asombrosa, que toda mi vida estaba marcada por el numero 7. Una de mis compañeras me dijo que su poema elegido estaba en la pagina 17; mi profesor, que participaba del ejercicio, me dijo que el suyo en la 37, y mi compañera de 37 años me dijo que el suyo estaba en la 27. Todos nos asombramos y nos reimos y mi profesor dijo que todos íbamos a morir en ese momento.
Fue una linda clase, quizás por eso se extendió 15 minutos mas de la hora y media de la cual disponemos habitualmente.
Bajamos todos juntos y yo me sorprendi al no ver el auto de mi papá esperándome afuera. Recorde que le había contado del cambio de dirección, pero que jamás le dije el numero del edificio. Me fije si tenía algún mensaje. No. Quise llamar a mi mamá para preguntarle si sabia si él iba a venir a buscarme, pero vi que no tenía señal. Me enoje porque deduje que mi papá me había mandado un mensaje preguntándome el numero, mensaje que no me había llegado porque no tenia señal. Lo apague y mientras esperaba que se prendiera vi que se avecinaba mi papá. Salude a mis compañeras, subi al auto y le conte a mi papá que no había tenido señal y que no me había dado cuenta. Me quede tranquila cuando me dijo que no me había mandado nada.



6

En el auto, mi papa me conto que al mediodía había llevado a mi mamá a su trabajo, pero que antes de eso ella había querido parar en mi colegio para tramitar un papel que yo tenia que presentar mensualmente en la facultad, dando constancia de que todavía no tenia el analítico. Sin ese papel, perdia otro año. Mientras me contaba esto, recordé la felicidad que había sentido a la mañana cuando lei, mientras trabaja, el mensaje de mi mamá que decía que ya tenia mi analítico.
Fuimos hablando de taller y de lo linda que era la casa de mi profesor. Le conte mas o menos como era, haciendo un recorrido narrado del departamento que no me dejo del todo satisfecha, pero cuando me di cuenta de que a mi papá no le importaba entender a la perfeccion como era el departamente, no me sentí mal.
Llegamos a casa, salude a mi madre, le conte que había saltado de la alegría en el trabajo cuando me llego su mensaje. Ella me dijo que casi se le caen las lagrimas y quería hablar de mi dia, pero yo tenia muchas ganas de ir al baño, desde taller que tenia muchas ganas de ir al baño. Entonces le dije que esperara a que saliera del baño y hablábamos. Me prendi un cigarrillo que no quería en realidad, porque había fumado en el auto, pero me pareció que tenia que fumarlo. Agarre un libro que había empezado a leer en la mañana, uno de Goethe que me había prestado una compañera de la facultad para entender mejor un libro de Barthes. Entre en el baño y vi que en el bidet había dejado el otro libro que me había prestado mi compañera, “Historias desaforadas” de Bioy Casares. Preferi seguir leyendo el segundo. Habia leído solo un cuento. El que me tocaba leer ahora era “Mascaras venecianas”. En la pagina 25 del libro, la segunda hoja del cuento en cuestión, lei: “Me había acostumbrado a ser feliz y la  vida sin ella no era imaginable”. Me asombre, o mejor dicho, me asuste porque fue esa frase la que me hizo acordar de X.

lunes, 5 de octubre de 2015

"es un pena porque me confundí, otra vez. sos una pendeja que no sabe lo que quiere. asi no se trata a la gente, swami."



miércoles, 23 de septiembre de 2015

ayer estabas conmigo
¿ella lo sabe?

sentado al lado mio, mirando el escenario. eramos los próximos
no tenias miedo como yo. me abrazabas sin saber que ya pasaron casi cuatro años.

estaba rodeada. en todos los asientos estabas vos, todas las personas en las que te podes haber convertido.





me fui sabiendo que iba a volver, pero no me creíste.
yo te creí la promesa sin saber que me llevabas a esta jaula.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

decis que es por que sos intenso
compartís todo
tocas todos los timbres para encontrarme

y yo tan acostumbrada al pasto seco que nunca quise
no se leerte sin imaginar que tenes que ser vos
no hay ninguna voz cantandome al oído
es la primera decisión del hombre en el mundo

sábado, 5 de septiembre de 2015

sobre reflexionar al pedo

yo creo que es por el miedo
menos abstracto es porque ya me dijiste lo que tenías que decirme para que no quiera, pero después dijiste lo contrario dándome lo que siempre quise tener: la razón
¿y que pasa si ahora admito que nunca quise nada más que la razón?
mi mamá se pondría muy feliz porque le daría la razón

¿De quién era originalmente la razón?
pero no, eso otro día.

ahora que encontré a ese que estaba perdido y SI quería ser encontrado
él que me escucha y se encanta de que lo escuche
él que me conoció con los ojos grandes
y tenemos quichicientos años juntos y hace solo 3 días
tendría que explicarle tantas cosas, y él tiene todo el tiempo del mundo en la boca
pero es por el miedo de que ya no tenga nada, porque me lo dio todo tan rápido
y yo pido tan poco